Ir por la vida anunciando que soy feminista no ha sido fácil, he observado que la mayoría de las veces que alguien me pregunta “¿A poco eres feminista?” lo hace levantando la ceja y con una expresión de sorpresa en el rostro, naturalmente mi respuesta es “Sí, si soy” y con esto la expresión de sorpresa pasa a desaprobación con una mueca y el sonido “hhmmmm” o una risa nerviosa como diciendo “oooops seguro está loca” y pocas veces alguien me dice “bien por ti, que bueno”. No voy a negar que hasta hace pocos años a mi también me aterraba la palabra “feminista”, pensaba que feminista era sinónimo de mujeres amargadas que lo único que buscaban era acabar con los hombres, que nada les gustaba, que sólo peleaban por pelear y que nunca estaban contentas. Como también era de las mujeres a quienes les gustaba la caballerosidad con ideas muy claras sobre el “deber ser” de los hombres y las mujeres, pues más se me hacían las feministas algo terrorífico.
Afortunadamente las personas vamos creciendo, madurando y cambiando; la vida nos coloca en situaciones y lugares que hacen que algo que pensamos en algún momento ser absoluto, hoy en día lo podemos mirar desde otra perspectiva ya teniendo la suficiente información a la mano como para hacernos de nuestro propio criterio, y eso fue lo que me pasó a mí. Entre más me iba yo interesando en el tema de violencia y perspectiva de género, más iba yo estudiando lo que verdaderamente es el feminismo y curiosamente más cómoda con mi feminidad estaba.
Nunca me había considerado como muy femenina, de niña lo que más quería era ser niño, me vestía como niño y tenía dos mejores amigos (Marcos y Juan Pablo) con los que iba a jugar a su casa o ellos a la mía por lo menos 3 veces por semana, traía el pelo corto, nunca quise usar vestidos ni faldas y así pasé gran parte de mi infancia. Ya en la adolescencia fui cambiando y aunque ya hacía yo más cosas consideradas socialmente “de mujeres” siempre conservé un lado masculino muy desarrollado el cuál yo consideraba era parte de mi “voluntad” para hacer las cosas, para mí el mundo masculino era el que tenía más peso. ¿Cuál fue mi sorpresa? Descubrir que entre más conocía de lo que se trataba el feminismo, entre “más” feminista me volvía, más femenina me sentía y obviamente más iba entendiendo lo que significa ser mujer y los obstáculos a los que nos enfrentamos día con día, siendo uno de ellos declararme como feminista.
No hay que tenerle miedo, ahí te va un poco de historia:
El Feminismo es una ideología y un conjunto de movimientos políticos, culturales y económicos que tienen como objetivo la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. La historia del feminismo puede clasificarse en tres olas: la primer ola aparecería a finales del siglo XIX y principios del XX y se centró mayormente en la obtención de igualdad frente al hombre en términos de derecho de propiedad e igual capacidad de obrar, así como la demanda de igualdad de derechos dentro del matrimonio y en el logro del derecho al sufragio femenino; la segunda ola, aparece en los años 60 y 70 y se centra en la liberación de la mujer, en la desigualdad no-oficial (de facto), la sexualidad, la familia, el lugar de trabajo y quizá de forma más controvertida, los derechos en la reproducción; por último, la tercer ola que comienza en los años 90 y se extiende hasta la actualidad y constituye una continuación y una reacción a las fallas que se perciben en el feminismo de la segunda ola como la toma de conciencia de que no existe un único modelo de mujer, por el contrario, existen múltiples modelos de mujer, determinados por cuestiones sociales, étnicas, de nacionalidad o religión. El re planteamiento del feminismo de la tercera ola se manifiesta por ejemplo en que algunas feministas de esta corriente tienen una percepción positiva de la sexualidad femenina y han replanteado las posturas ante el trabajo sexual o la pornografía de la segunda ola del feminismo.
Con este pequeño resumen entonces, ¿Por qué le tenemos tanto miedo a las feministas?, ¿Por qué en especial las mujeres le huimos a declararnos feministas?, el feminismo simple y sencillamente busca la igualdad entre mujeres y hombres; y con igualdad quiero decir el PUNTO MEDIO de la balanza. En ningún momento el feminismo ha atentado contra la integridad del hombre, al contrario, busca armonizar a la sociedad aterrizando en lo que es justo para todas y todos.
Entendamos que no es una visión radical de ver la vida, ni tampoco es una moda o algo que se pueda dejar en la oficina y no traer a la casa, es un movimiento que día a día se está dando y está en constante evolución. El trabajo a favor de la equidad de las mujeres es una lucha constante y no tiene fecha de caducidad; y por eso cuando alguien me dice: “hay ya! haz tu feminismo a un lado”, o “¿ya vas a empezar con tus feminismos?” mi respuesta siempre será “imposible dejar a un lado mis feminismos”, pero ni siquiera debería tener que defenderme, ni que fuera yo terrorista.
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