jueves, 25 de octubre de 2012

¿Violencia contra los hombres?


Últimamente me han preguntado mucho que porque sólo escribo sobre la violencia contra las mujeres si los hombres también sufren violencia. Obviamente quienes me han preguntado esto son hombres, hombres que obviamente de una u otra manera se sienten violentados por esta situación. Yo trato de explicar que la estadística muestra que es mucho mayor la violencia hacia ellas, estamos hablando que según datos del INEGI uno de cada diez hombres ha sufrido algún tipo de violencia en comparación con seis de cada diez mujeres que han sufrido algún tipo de violencia. Aún así eso no quiere decir que ellos no la sufran y por lo tanto creo que es importante también darle el espacio que se merece pues es el mismo nombre de esta columna lo dice, PUNTO MEDIO.

En días pasados ya escribí sobre empoderamiento de las mujeres y de cómo el concepto puede confundirse con volverse violentas; es decir que en el caso de las mujeres, hace hincapié en la importancia de aumentar su poder y de tomar control sobre las decisiones y problemáticas que determinan su vida. Aquí el punto es que en ocasiones las mujeres toman a su ventaja y conveniencia la “liberación femenina” y se vuelven igual o más violentas que los hombres, utilizan este supuesto “empoderamiento” para ejercer una cierta ventaja sobre el hombre, es decir: 
  1. Trabajan y ganan dinero pero no aportan nada al hogar, o sea que fomentan el estereotipo de género de que el hombre debe ser proveedor. El famoso: “lo mío es mío y lo tuyo nuestro”.
  2. Exigen de manera violenta que no quieren ocuparse de las labores domésticas.
  3. Si son amas de casa entonces deciden tener su casa patas para arriba pues “es parte de la liberación femenina”.
  4. Exigen igualdad pero quieren seguir siendo protegidas y mantenidas.

Entonces si es una realidad que más y más mujeres han salido a trabajar, ya sea por gusto o por necesidad y también es real que los hombres han tenido que involucrarse más en las tareas que antes eran catalogadas exclusivamente para mujeres como hacerse cargo de los hijos/as o participar en las labores del hogar. También es una realidad que habiendo leyes que protegen a las mujeres y habiendo campañas a favor de la denuncia, hoy por hoy hay más mujeres que se atreven a denunciar; ya el tema del acceso a la justicia y de lo bien o mal que funcionan estas leyes en México y en Tabasco es otra historia, aquí el punto es que ya no se callan tanto. 

Ya dicho esto regreso al tema de las mujeres que ejercen violencia, buscando información al respecto me topé con cosas interesantes:
  1. El maltrato más común que sufren los hombres es psicológico y sutil, basado en la humillación y la manipulación y el económico, a través del engaño, el chantaje, el robo, el endeudarse para que pague el las cuentas,  etc.
  2. Los hombres sienten que eso de la “liberación femenina” sólo les conviene a ellas y que es sólo una manera de violentarlos ya que aparte de ser ellos lo que trabajan ya las mujeres no quieren participar en nada pues para todo sacan que es violencia.
  3. A diferencia de la violencia contra las mujeres, la violencia contra el hombre no es tan prolongada ni extrema. A pesar de que en ocasiones la mujer puede ejercer algún tipo de violencia física, el hombre no siente peligro de daño físico ni temor por su propia seguridad. Tiene además, independencia social y económica, que lo hace pensar en que puede encontrar algún tipo de solución.
  4. Que los hombres que sufren violencia NO hablan de ello, NO denuncian, les da pena y piensan que nadie les va a creer.

Entonces los hombres claro que sufren violencia, y la violencia en cualquiera de sus manifestaciones no debe ser ni tolerada ni naturalizada. El punto es que como sociedad tenemos tan arraigados los estereotipos de género que tanto es malo para las mujeres porque no les permite una igualdad total a como también es malo para los hombres pues como han vivido en un estado de dominación no se toma en serio las quejas serias que hacen al respecto. Es un hecho que las mujeres han venido ganando terreno, es un hecho que las sociedades se van desarrollando y van cambiando, también es un hecho que la violencia contra las mujeres es un problema serio, de salud pública que debe ser atendido como tal, no debe ser minimizado porque hay mujeres que violentan a sus parejas. No podemos negar que la violencia contra los hombres existe, tampoco debe ser naturalizada sólo porque tenemos la idea de que ellos son más fuertes. 

Los estereotipos de género en donde el hombre es siempre el fuerte, dominante, insensible, macho, etc, etc y que la mujer siempre es sumisa, dócil, callada, débil, etc, etc hacen que como sociedad callemos y naturalicemos actos de violencia. Obviamente no hay que negar que en términos estadísticos, de estudios y de análisis profundo la violencia contra las mujeres es un tema serio, las altas tasas de feminicidios, las denuncias de violencia por parte de sus parejas y la falta de igualdad hacen que se visualice más o que le pongamos más atención; mientras que la violencia contra los hombres si bien existe, la diferencia que pude encontrar es que ellos no sienten peligro por su integridad física, la violencia contra ellos no es tan extrema, en el peor de los casos no necesitan recurrir a un albergue que los apoye porque están en peligro de muerte. No quiere decir que no sea importante y no quiere decir que no se deba de atacar el problema, los hombres por razones sociales han aprendido a quedarse callados, que el “hablar de los problemas” son “cosas de mujeres”; la violencia nunca debe ser justificada y por mas insignificante que parezca seguramente no lo es, ser víctima de violencia tiene consecuencias graves en la salud física y mental. NO te quedes callado.

jueves, 18 de octubre de 2012

Feliz Cumpleaños Mamá


Hoy es un día especial, es un día muy especial pues el cumpleaños de mi mamá y quiero dedicar este espacio para platicar un poco de ella, para que aquellas personas que no la conocieron la conozcan un poco y para las que sí pues se acuerden de ella.
Cuando pienso en mi mamá pienso en un ser libre, conforme pasa el tiempo me doy cuenta la huella tan grande que dejó pero también me doy cuenta que aunque me duele que ya no esté, también me duele que he aprendido a vivir sin ella. ¿Por qué me duele? Pues porque poco a poco se me van olvidando cosas que no quiero que se me olviden. Por ejemplo ya se me está olvidado la voz ronca que tenía y que cuando llegaba a la casa  siempre la oía al cruzar la puerta de la entrada, esa voz ronca ya no la tengo muy clara;  se me olvida su manera de hablar y su tono de voz; también se me han ido olvidando su manera de caminar tan particular haciendo ruido por toda la casa, esa sensación de que ahí estaba con sus ruidos se desvanece; se me está olvidando su risa, y sé que era una risa de carcajada muy particular. Se me está olvidando su olor, un olor tan de especial que me duele no poder acordarme de él y aunque sé que perfume usaba no es lo mismo. Me imagino que eso es lo normal cuando muchas veces me repitieron que “el tiempo sería mi mejor aliado”, si ha sido mi aliado pero también mi enemigo. 
A lo mejor no me acuerdo de muchas cosas propias de ella y de su esencia, pues el tiempo se ha encargado de que yo de cierta manera siga adelante con mi vida, sin embargo hay cosas que jamas voy a olvidar de mi mamá.
Nunca se me va a olvidar que me enseñó que lo que empiezas hay que terminarlo, siempre me impulsó para terminar todos los ciclos en mi vida, mi mamá fue muy estricta con esto, una vez me dijo: “si vas a entrar a Tea Kwon Doo no te voy a sacar hasta que seas cinta negra” y me lo cumplió, y así fue con todo. Aunque no tengo clara su voz, no se me olvida la calidez con la cual siempre hablaba conmigo, los consejos que me daba y las pláticas intensas que teníamos. Recuerdo lo cariñosa y apapachadora que era conmigo, también me acuerdo que siempre se quejaba de que yo no la dejaba abrazarme tanto.  Me dio la seguridad de confiar en mi misma, me hizo ver mis errores y festejaba con singular alegría mis logros, siempre estuvo en primera fila echando porras para todo. Nunca me exigió ser alumna de puro diez pero si le chocaba que le tiraramos a pasar con seis, siempre quiso que fuéramos comprometidos con lo que hacíamos. Tampoco se me olvida cuando visitaba a Mamá Susa y nos llevaba con ella, me acuerdo perfecto de que entraba a esa casa y empezaba a gritar: “Mamá Susa ya llegué, te traje a los enanos”. Me acuerdo perfecto de cuando invitaba a Mamá Mira a comer, que apenas la podía trepar a la camioneta pero que ahí veía como le hacía para subirla y llevarla a la casa, nunca se me olvidará como hizo feliz a estas dos viejitas con sus visitas, las visitaba todos lo jueves por la mañana; me acuerdo de cuando empezó a ir a la biblioteca a darle clases de braille a los ciegos, de como insistió en operar a “Juanita” de cataratas porque no podía con la idea de que alguien no pudiera ver por falta de recursos, también recuerdo como esas visitas a la biblioteca se fueron formando en una idea y esa idea en un centro para ciegos que hoy lleva su nombre; no se me olvida su manera de comprometer a los doctores para operar los jueves y las risas de las anécdotas que tuvo con los ciegos cuando los llevaba a consulta. Tampoco puedo olvidar la época en que dio clases de aerobics en la cárcel de mujeres, siempre dijo que era lo más difícil que ha hecho en toda su vida, siempre llegaba diciendo que ya era su último día, pero cumplió el compromiso que tenía con las internas hasta el final. Siempre corriendo, siempre correteándonos para las mil clases que teníamos y mas aparte las que tenía ella, es chistoso pero yo siempre me acuerdo de ella afuera de mis clases de tae kwon doo, de ballet, jazz, folklore, tennis y si les preguntan a mi hermana o hermanos, ellos dirán lo mismo, ahí siempre estaba. Siempre con una energía que contagiaba, siempre positiva, nunca criticando, agradecida por las bendiciones que le dio la vida. Podría contar mil historias, mil anécdotas pero no me da ni el tiempo ni el espacio para hacerlo. 
Mi mamá fue una mujer feliz, me acuerdo que me decía que siempre había que vivir la vida como si fuera el último día de tu vida, ella así lo hizo. Mi mamá subió a una montaña en Vail el 28 de julio del 2000 y ya nunca bajó, se fue haciendo lo que mas le gustaba en el lugar que mas le gustaba en el mundo, donde fue más feliz. 
Hoy en especial la recuerdo con mucho amor, me duele que no está, me duele que el tiempo me ha hecho olvidar algunas cosas pero lo que nunca se me va a olvidar es el amor que me dio, lo amada que me sentí por ella, lo orgullosa que era de ser mi mamá, con eso me quedo y me quedo bien. Feliz cumpleaños, te quiero!

jueves, 11 de octubre de 2012

La Cultura del Silencio


Se dice que las mujeres vivimos en una cultura del silencio, ¿Y, como es eso? Se estarán preguntando, sobre todo porque si en algo nos encasillan a las mujeres es por ser muy “comunicativas”, por tener la habilidad de tener varias platicas a la vez, por querer hablar y hablar y hablar de nuestro problemas con nuestras parejas y bueno en general estamos encasilladas en que hablamos demasiado. 
Bueno digo que vivimos en una cultura del silencio porque con todo y que tengamos la fama de muy hablanchinas, lo cierto es que hay una frase sexista que dice: “calladita te ves más bonita” que culturalmente ha hecho que muchas mujeres se callen los abusos, la violencia, el sexismo y la discriminación en la que viven. En estas últimas semanas se dio a conocer el  “Informe diagnóstico: Violencia contra mujeres periodistas” presentado por  Comunicación e Información de la Mujer, A.C. (CIMAC). Leyendo algunas notas y testimonios de muchas de ellas víctimas de acoso y hostigamiento sexual hubo algo que resaltaba en sus testimonios, fue el sentir que ser acosadas era parte de ser mujeres, parte del oficio como periodistas.
Escribe San Juana Martínez: “Al escribir la entrevista, omití el acoso del general Villa. Pensé que lo más importante eran sus escandalosas declaraciones admitiendo las ejecuciones extrajudiciales. Pensé que si contaba lo que viví, la noticia se iba a distorsionar. Lo tomé como gajes del oficio. Al final de cuentas, me dije, los periodistas no debemos ser noticia y yo no quería verme como una víctima de acoso; mucho menos como una mujer vulnerable. Dejé la experiencia como una anécdota para contarle a los amigos”. (SinEmbargo.mx)
Así como ella muchos testimonios de mujeres periodistas siendo acosadas sexualmente y tomándolo como gajes del oficio, pero sobre todo que era algo “natural” por su condición de género. Hoy las periodistas hablan de sus experiencias y llegan a la conclusión de que en su momento se quedaron calladas porque sentían que era normal, porque nadie les iba a creer, porque no encontraron apoyo y porque culturalmente se nos ha enseñado a las mujeres a callar frente al acoso sexual.
Yéndome a otros escenarios laborales y sociales, las mujeres sufrimos a diario abusos que hemos venido tachando como “normales” y que no lo son. Sobre todo nos hemos quedado calladas, en ocasiones nos sentimos incómodas pero no decimos nada por miedo a ser tachadas como exageradas, como intolerantes o como amargadas. Es un estigma social que nos hemos impuesto. Los hombres por otro lado podrán decir que ellos también sufren de acoso, puede ser, pero al acoso y hostigamiento sexual hay que diferenciarlo por género ya que no hombres y mujeres no reciben las mismas amenazas, acoso, asalto, tortura, etc. 
Bueno y ¿que es acoso sexual y hostigamiento sexual?, ¿Es lo mismo?.
El primero, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), consiste en “insinuaciones sexuales indeseables o en un comportamiento verbal o físico de índole sexual que pretende interferir, sin razón alguna, en el requerimiento laboral de una persona o crear un ambiente de trabajo intimidante, hostil u ofensivo”. De a cuerdo con este organismo deben integrarse tres elementos para que haya acoso sexual: un comportamiento de carácter sexual que no sea deseado y que la víctima lo perciba como un condicionamiento hostil para su trabajo convirtiéndolo en algo humillante.
En tanto el significado de hostigamiento sexual es otro. Se refiere a una manifestación de poder mediante una coacción con contenido sexual que proviene de un superior dirigida a alguien de menor rango. De esta forma el hostigamiento sexual representa un problema laboral, donde las consecuencias no son únicamente para la trabajadora sino también para la empresa y el sindicato, ya que no sólo afecta las relaciones de trabajo sino el rendimiento laboral también.
Hoy en día el hostigamiento y acoso sexual en el trabajo pasan como algo natural, como algo propio de ser hombres (agresor) y ser mujeres (víctima). Sin embargo no debería ser tolerado ni aceptado y mucho menos vivirse en silencio, el problema es que muchas veces las mujeres no saben identificar que lo que están siendo acosadas y que es algo que no deben tolerar. Entonces señoras y señores, vivimos aún en la cultura del silencio, con el “calladita te ves más bonita” y deberá de ser algo contra lo que hay que luchar. Hombre, date cuenta de tu actitud ante las mujeres; y mujer, ¿Que tan callada te quedas?.